Guerreros Vikingos

El primer ataque vikingo del que se tiene constancia data de 793 d. C. Fue un ataque sorpresa contra el monasterio de Linidisfarne, Inglaterra. Los invasores saquearon el monasterio y asesinaron a los monjes que opusieron resistencia. Después, cargaron sus barcos y volvieron a Escandinavia. Cien años más tarde, navegaron hacia el Mediterráneo para atacar Italia y por el Volga para arrasar el mar Negro.

"En total, he asestado el golpe mortal de mis enemigos, al menos a once; dos más, quizás, si mal no recuerdo, se han de sumar a este número, me enorgullezco de mis hazañas, mi pueblo de estos ejemplos precisa. Hasta oro reluciente desdeñarían, puerro curativo menospreciarían, si ante sus ojos no fuese dispuesto."  -- Rey Harald Hardrada.

El rey Olaf Tryggvason invadió Inglaterra a finales del año 900. Con el botín conseguido construyó el Serpiente, probablemente el barco más grande jamás construido por los nórdicos, un navío que se decía superaba los 36 metros de largo y que podía llevar a unos 500 hombres.

"El barco era un dragón ..., pero bastante más grande y ensamblado con mucho más cuidado. El rey lo llamó Serpiente ... Tenía treinta y cuatro bancos para los remeros. La proa y la arqueada popa eran doradas y los baluartes eran tan altos como en los barcos de altura. Este barco era el mejor y más caro nunca construido en Noruega".

Snorri Sturluson, Heimskringla.

La bandera de la aldea de Skult est á decorada con manos y ojos cortados y resulta bastante horrenda. Cuando le preguntaban por las horripilantes imagines de la bandera, Skult decía: "Bueno, los nórdicos somos un pueblo violento". Los ataques infames por los que son conocidos los nórdicos comenzaron a finales del siglo VIII d. C.; aunque es probable que comenzaran dentro de sus propias aguas antes de extenderse por Inglaterra, Irlanda y Europa.

Los comandantes de las incursiones vikingas no eran los reyes o jarls, sino jefes de rango medio llamados hersires. Eran terratenientes independientes parecidos a los caballeros medievales en riqueza e influencia. El hersir tenía mejor equipo que la mayoría de sus guerreros, incluyendo quizás cota de malla y su propio barco dragón de arqueros y caballo, aunque como cualquier vikingo que se precie, suele desmontar de éste para combatir.

Los guerreros a caballo eran especialmente adecuados para atacar a los enemigos de forma rápida y sin avisar. Costaba defenderse contra los invasores, ya que podían atacar en cualquier parte y desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Servían para desestabilizar la economía, saquear o destrozar bienes y causar estragos. Debido a que no estaban equipados con armadura ni armas pesadas, su punto fuerte era la velocidad. Normalmente no se les hacía luchar en batalla contra las tropas enemigas.

Los guerreros vikingos que portaban pieles de lobo a las batallas eran conocidos como ulfsarks, otra tradición de los berserks (que utilizaban pieles de oso). Estos hombres eran conocidos por su tendencia a acudir a las batallas llenos de ira asesina. Los ulfsarks luchaban a pie, armados principalmente con hachas y espadas. No solían llevar armaduras pesadas, ya que preferían la libertad de movimiento a una mayor protección.

Hay una polémica sobre si el término "berserk" hace referencia a "sin camisa" o a llevar la piel de un oso a las batallas, del mismo modo que los ulfsarks llevaban pieles de lobo. Estos guerreros entraban en furia en los combates y se dice que su piel repelía las armas.

"Lo tercero que sé, si perentoria es mi necesidad de cadenas que sujeten a mi adversario; en roma convierto la hoja del enemigo, y punzante su espada deja de ser ."
 -- Eddas Poéticas

No se sabe mucho sobre cómo luchaban los guerreros que lanzaban hachas, pero sí se sabe que al menos el nombre de una tribu germánica, los francos, derivaba de un cuchillo o un hacha que lanzaban en batalla. Es posible que lanzaran un arma antes de iniciar el combate cuerpo a cuerpo, momento en el que utilizaban otra hacha o espada. Arrojaban armas para herir al enemigo justo antes de entrar en contacto con él, lo que les proporcionaba una ventaja decisiva.

Aunque las flechas resultaban de por sí mortales en el combate, los ejércitos bien equipados podían recubrir sus puntas (o incluso los proyectiles de asedio) gracias a una brea incandescente a base de alquitrán o de caucho de árboles. De este modo, ocasionaban más daño a sus víctimas (incluidos barcos y edificios), además de prenderles fuego.